El agro critica el sesgo fiscal y las bases del proyecto
La diputada bonaerense Lucía Klug está detrás de un proyecto que ha generado bastante controversia en la Legislatura provincial. Su propuesta consiste en implementar una “Tasa Ambiental sobre el Metano” (TAMBA), que gravaría las emisiones de metano derivadas de la producción ganadera. La idea es usar los fondos recaudados para crear un fideicomiso destinado a la gestión de residuos sólidos urbanos y, al mismo tiempo, mitigar los gases de efecto invernadero.
Klug, que está por terminar su mandato, argumentó que la ganadería es una de las responsables de la emisión de gases contaminantes y que “el productor debe hacerse cargo de lo que produce”. Este planteo se encuentra alineado con principios de “responsabilidad extendida del productor” que ya se aplican en otros sectores.
Sin embargo, Ámbito conversó con productores, representantes de cámaras empresariales y especialistas, quienes consideran que la propuesta se basa en conceptos biológicos erróneos. Para muchos, este posible impuesto podría alterar la competitividad del sector, afectar el empleo rural y modificar el modelo productivo que caracteriza a la provincia.
Aspectos Técnicos del Debate
Un referente en la materia es Ernesto Viglizzo, ingeniero agrónomo y destacado investigador del CONICET. En su opinión, hay “tres falencias fundamentales” en la propuesta: una biológica, otra fiscal y una ideológica. Según él, el debate se ha simplificado demasiado, lo que distorsiona el fenómeno que se intenta regular.
“Todos los seres vivos generamos metano —desde los humanos hasta nuestras mascotas— y el ganado bovino sólo representa el 15% de las emisiones globales”, dice Viglizzo. Señala que el resto proviene de otras actividades, como la industria petrolera y los vertederos. Además, destaca que el metano tiene un tiempo de permanencia en la atmósfera mucho más corto que otros gases, un aspecto que la propuesta ignora.
Problemas Fiscales y Políticos
El aspecto fiscal también genera preocupación. Para Viglizzo, la iniciativa encarna una tendencia argentina a crear “impuestos insólitos” sin entender bien el objeto gravado. En esta ocasión, el impuesto podría evidenciar un déficit científico y aplicar estándares tributarios erróneos.
En lo ideológico, algunos sectores políticos parecen usar el metano como “un argumento simbólico contra la oligarquía ganadera”. Esto plantea un dilema: ¿qué pasará con las familias rurales que dependen de una pequeña cantidad de ganado para sobrevivir?
Desde la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), Ignacio Kovarsky también critica la propuesta. Para él, es “recaudatoria, desactualizada y técnicamente incorrecta”. Resalta que la discusión moderna sobre el clima va más allá de las emisiones, considerando el equilibrio de carbono, es decir, lo que es emitido y lo que se captura.
Impacto Social
Uno de los aspectos que más preocupan es el impacto social que la medida podría tener. Muchas tierras secas en Argentina solo son aptas para ganadería, y un nuevo impuesto podría acentuar las desigualdades. Viglizzo subraya que tratar de la misma forma a grandes productores y a pequeños campesinos que dependen del ganado refleja un desconocimiento peligroso de la realidad del campo argentino.
Aunque la TAMBA aún no se debate formalmente en el recinto, ya ha ocasionado pedidos de informes y reuniones cerradas entre legisladores. Su avance dependerá de la capacidad para replantear la discusión en base a evidencia científica y considerar las particularidades de cada sector.
Por ahora, la propuesta sobre la “tasa al metano” ha puesto sobre la mesa un debate que entrelaza cuestiones ambientales, económicas y políticas de forma significativa, planteando preguntas sobre cómo legislar sobre gases de efecto invernadero sin entender los sistemas biológicos que se pretenden regular.